En bien, únicamente se puede aspirar a una sociedad en donde la razón (o el que la aplica o la muestra inengañablemente) gane; y no que pierda o que agonice en crueldad.
Por eso, esa lucha ha de ser libre de todo, de costumbres, de todo lo que no sea fiable o probado racionalmente, sin cadenas ni servidumbres a los contraintereses del bien.
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