El que no insulta al mal (y a sus protagonistas), lo aprueba como un cobarde y como un corrupto. Ya que prefiere la blandura de indignidad, los eufemismos, los rodeos, las tapaderas o el mirar hacia otro lado.
Si dejas pasar una mentira, ya es posible que dejes pasar muchas. Y, para que no dejes pasar una mentira, solo puedes atender en conciencia a quien demuestra racionalmente las mentiras. José Repiso Moyano
sábado, 23 de noviembre de 2013

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