Si hay algo que repudia una mínima coherencia ética es eso precisamente que abanderan algunos al modo de "No hay que decir", "No hay que sentir", "No hay que pensar", "No hay que hacer", en fin, que resumen todos estos manifiestos la imposición de intolerancia de el "No hay que vivir". Y es que los que nada tienen que decir por envidia o por zaherimiento se escudan o se adulan de tal forma truculenta, con juego sucio y con total indignidad. Pero si las mentiras no se reprueban (algo que demuestra una integridad) o no se destapan qué valor merece la justicia, la dignidad o la honradez (como ejemplos), es decir, las mentiras entonces ganan con reglas de injusticia o del todo vale (más las de los que más recursos tienen). Además, si las cosas o acciones no se sienten, todo se consiente sin escrúpulos; si las cosas no se piensan, toda orientación es un caos (frente a todo lo que existe en el Universo que atiende a un orden armónico) sin responsabilidad sobre todo, sin prioridades; si las cosas no se hacen, pues así se vive del sudor ajeno o del vecino, o sea, se termina explotando a los más débiles.
Por otra parte, también, el tópico de "Vales más por lo que callas que por lo que dices" se remite a aspectos personales o íntimos, ya entre amigos, a ese contexto; lo mismo que hay muchos refranes o chistes machistas en contextos machistas. Sin embargo todo está fundamentado en el decir, cualquier cosa ha de expresarse forzosamente en un decir comunicativo o de entendimiento; y, por eso, porque eso es lo más natural e irreprobable, ningún ser vivo reprime su expresión o tiene pactos de silencio excepto el ser humano, ya por intereses siempre de poder o de atavismo para beneficiar a unos pocos, miserablemente.
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