miércoles, 13 de noviembre de 2013

Un animal domesticado es, antes que nada, un animal de diseño; en claro, se ha diseñado (en lo posible) un comportamiento animal bajo una responsabilidad humana y, con eso, ya ha quedado restringida su manera natural de defenderse.  Por ende las reacciones (peligrosas o no) de ese animal pueden ser tan imprevisibles como tan imprevisibles puedan ser las negligencias, abusos y enfados de su cuidador.

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