Durante toda la Edad Media, había un amor muy entregado y perfecto: unas personas daban la vida por lo que amaban, con honor, con decencia, con super-sacrificios por los hijos y por Dios. Así es, eso no fallaba; pero, a través del amor mismo, hacían miles de daños porque, al amor, lo envolvía la ignorancia o tal amor impedía la razón (que es la que facilita la conciencia). Eso da una idea de que, el bien, no lo garantiza nunca jamás un valor ético (ya sea respeto, amor, solidaridad,etc.), sino únicamente un no dar las espaldas al que (una vez y otra, las que quieras) te demuestra el bien con un medio objetivo o inengañable, o sea, a solo razón.
Si dejas pasar una mentira, ya es posible que dejes pasar muchas. Y, para que no dejes pasar una mentira, solo puedes atender en conciencia a quien demuestra racionalmente las mentiras. José Repiso Moyano
domingo, 17 de diciembre de 2017
¿Dicen? ¿Qué saben ya de la decencia
de un RESISTIR?, de ese colmar de beso
el corazón, sin más, sin elocuencia,
sin traicionar a la ternura, ¡eso!
¿Qué saben de una cosa con conciencia?,
¡sí!, del valor que lleva el sueño impreso;
el seguir digo que lo anima el hueso.
¿Saber? ¿Qué saben ya de mi decencia
mientras se mueren a mazazo lento
mis rosas de la sangre sin clemencia?,
¡todo hacia un miserable enterramiento!
¡Cierto!, ¿qué con tramposa vehemencia,
maldita que malhiere el sentimiento,
forjan para llamarlo... inteligencia?
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