Para amar la vida,
tienes que amar su luz (su "no conducirla a un error").
Para hablar a los demás de bien (en un "no confundir" o en un "no causar que los demás se equivoquen"), primero tienes que no ponerles zancadillas a los recursos del mismo bien (razón-luz-ética).
Para hablar a los demás de bien (en un "no confundir" o en un "no causar que los demás se equivoquen"), primero tienes que no ponerles zancadillas a los recursos del mismo bien (razón-luz-ética).
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