Toda clase de gente está deseando ir a la televisión o a cualquier medio de comunicación para venderse cada cual como santo (a cualquier dictador le hubiera encantado acaramelar a todos así); pero, en el fondo, lo que vale (sin trucos) es lo que ha hecho en responsabilidad y lo que ha dicho en beneficio de todos o de salvaguardar una ética para todos ( dando la cara cuando hay que darla y denunciando situaciones injustas). Y evidente es también que la televisión “santifica” siempre al que “pelotea”, al astuto, y ridiculiza o silencia al que no es amiguete de interesados programas y de convenidas líneas; es decir, reconocen a los que “ellos” en estado de gracia señalan descartando a ése que siempre demuestra racionalmente algo, dejando como parias sus esfuerzos. Ésta, en injusticia de hechos y en cinismo, siempre premia y da una buena vida a todo tipo de delincuentes (los Dionis, los R. Meléndez, los M. Condes y un largo etcétera) y los cientos de millones de las exclusivas siempre son... para los ricos (es decir, además de que son ricos y ladrones, pues les dan más y más riqueza).
Si dejas pasar una mentira, ya es posible que dejes pasar muchas. Y, para que no dejes pasar una mentira, solo puedes atender en conciencia a quien demuestra racionalmente las mentiras. José Repiso Moyano
miércoles, 13 de noviembre de 2013
¿Dicen? ¿Qué saben ya de la decencia
de un RESISTIR?, de ese colmar de beso
el corazón, sin más, sin elocuencia,
sin traicionar a la ternura, ¡eso!
¿Qué saben de una cosa con conciencia?,
¡sí!, del valor que lleva el sueño impreso;
el seguir digo que lo anima el hueso.
¿Saber? ¿Qué saben ya de mi decencia
mientras se mueren a mazazo lento
mis rosas de la sangre sin clemencia?,
¡todo hacia un miserable enterramiento!
¡Cierto!, ¿qué con tramposa vehemencia,
maldita que malhiere el sentimiento,
forjan para llamarlo... inteligencia?
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