miércoles, 13 de noviembre de 2013

Toda clase de gente está deseando ir a la televisión o a cualquier medio de comunicación para venderse cada cual como santo (a cualquier dictador le hubiera encantado acaramelar a todos así); pero, en el fondo, lo que vale (sin trucos) es lo que ha hecho en responsabilidad y lo que ha dicho en beneficio de todos o de salvaguardar una ética para todos ( dando la cara cuando hay que darla y denunciando situaciones injustas).  Y evidente es también que la televisión “santifica” siempre al que “pelotea”, al astuto, y ridiculiza o silencia al que no es amiguete de interesados programas y de convenidas líneas; es decir, reconocen a los que “ellos” en estado de gracia señalan descartando a ése que siempre demuestra racionalmente algo, dejando como parias sus esfuerzos.  Ésta, en injusticia de hechos y en cinismo, siempre premia y da una buena vida a todo tipo de delincuentes (los Dionis, los R. Meléndez, los M. Condes y un largo etcétera) y los cientos de millones de las exclusivas siempre son... para los ricos (es decir, además de que son ricos y ladrones, pues les dan más y más riqueza).

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