sábado, 27 de diciembre de 2014

Algunas veces, en el matrimonio (o en cualquier relación afectiva), uno de los dos se come toda la olla de los derechos; así es, él solo tiene derecho a quejarse, él solo tiene derecho a sentirse incomprendido por el otro (en ése "tú no me escuchas" o en ése "tú no no comprendes"), él solo tiene derecho a sentirse la "víctima" y, sin parar, él solo tiene derecho a todo lo demás. No advierte que el otro, en equidad, también quiere unas cucharadas de tal olla.

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