Si la razón-ética no se beneficia de ti, ¡no vayas después a echarle la culpa a que estás solo o a que eres pobre o a que presumiblemente el alcalde te engaña o a que eres de tal humilde religión-ideología o a que los seres vivos son imperfectos!,
no, no, ¡nunca!
Los resultados son la verdad.
Los resultados son la verdad.
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