miércoles, 13 de noviembre de 2013

El vivo siempre recuerda, el muerto siempre olvida; vivir es recordar y, en tanto recuerda, cada recuerdo conlleva ya una carga de dolencia o de satisfacción, de aprobación en cuanto a unos valores o de una desaprobación ante ellos, esto es, conlleva una carga de repulsa o de desafecto consciente o inconsciente (un resentimiento obligado pero moderándose al mismo tiempo, necesario e inevitable) gracias al cual ha evolucionado lo civil y lo ético (establecidos con sus límites y no con el todo vale).

No hay comentarios:

Publicar un comentario